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dilluns, de setembre 25, 2006

19 de mayo de 2006


Cinco litros de Varón Dandy

Cuando uno deja en casa de sus padres abandonada la botella de cinco litros de Varón Dandy y los apuntes de la facultad éso quiere decir que ya no volverá nunca más. No creo que haya otra forma más radical de decirle a tu familia que vas a cagar en otros retretes, descubrir nuevas aventuras.
Ya instalado en algún sitio, vuelves a la semana siguiente pero allí ya no huele como antaño: días antes podías pasear sin tropezarte a altas horas de la madrugada y completamente a oscuras, pero ahora no aciertas a encender la luz del pasillo. Y lo peor de todo: tardas horas en encontrar los condimentos necesarios para prepararte un café, días en acordarte dónde dejaste los bártulos que desechaste del traslado, meses en encontrar el camino del cuarto de baño a la cocina...años en superar que no volverás a oler a arroz al horno como aquel nunca más.
Cuando nos vamos de un sitio el egoísmo nos hace olvidar tan rápidamente que creemos estar perdidos en aquel sitio donde nos sentimos tan protegidos alguna vez. Una vez instalados allí, el proyecto de persona que construyeron nuestros padres se desmorona, y cada uno acaba mordiendo la vida de la manera que más le conviene, intentando pillar la máxima cantidad de carne en la dentellada.
No sé si había reconocido públicamente aquí (sí lo sé) que soy profesor, y cada año padezco el abandono de mis educandos hacia el espacio exterior. Pero no todos los alumnos que se van te anudan una cuerda en el estómago hasta impedirte respirar. Si ustedes no han padecido nunca esta situación les compadezco. Ser padre, aunque sea de promoción de instituto, tiene estas cosas.
Cuando comencé a dar clases en el colegio El Vedat me metí en su aula y les solté un rollo que no entendieron; ahora que se van pretendo hacer lo mismo desde aquí. No voy a decir sus nombres porque a ustedes les da igual, pero sí que tengo ganas de darles las gracias por ofrecerme la posibilidad de crecer, con muy poco agua, como crecen los cactus.
Ya les he dicho que les echaré de menos, allí donde estén y que sin ellos no sé si seré capaz de reunir los condimentos necesarios para prepararme un café en el comedor del colegio. Gracias por todo, chavales y ya sabéis: Bon día, podeu anar-vos!

1 comentari:

Anònim ha dit...

He aqui a un profesor. Alguien que ha llegado a nosotros como nadie.
Ferran, nunca le olvidaremos.