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dijous, d’abril 29, 2021

Caminar y serte prusiano

 Hacía tiempo que no veía a alguien caminar con esa dedicación prusiana y destructiva, hacia el fondo de la calle sin fondo. 

Él pensaba: saber que vas a transitar a algún sitio o hacia alguien es muy largo de sentir, muy largo de contar y mucho más largo de entender: por eso se inventaron las autopistas y las aplicaciones para follar. Paseando las grandes avenidas de las grandes ciudades te haces pequeño, posible y fugaz. Ya no recuerdo la última vez que me sentí “perro doméstico asomado a la ventana de un coche”. 

Como también hacía frío y las calles no tenían cornisas; por eso mismo, olerla y verla desaparecer con lentitud, como si fuera un catalejo de lupa ciega y dispersa (con esa dedicación prusiana y destructiva) era lo más parecido a seguir buscando otro bar abierto. Y por éso empezó a llover con tanta fuerza como para olvidar los paraguas, los abrazos y dejar encendida la calefacción de sus sueños... sss

Si su trayectoria se pudiera calcular, si su translación se midiera en versos de besos por segundo; si su sonrisa dejara de trasladarse hacia otros perímetros y se quedara rotando sobre mi boca... ¡si éso fuera así! haría un ‘Fahrenheit 451’ con todos los telescopios del mundo. 

Y subterráneo sigo viajando, pájaro en dedo de ciento cincuenta volando. 

Y por la ventana sigo esperado verte: pasadizo y túnel de mina que se transita sin canario que se muera por el grisú del aroma del latir de tus besos. 

Se nos olvidó pasear de la mano porque no atendimos lo suficiente en la clase de los Movimientos Uniformemente Acelerados. Y hay que viajar, y amarse muchas veces es estar pendiente de si la pasta está en su punto; verter el agua hirviendo en la olla es escuchar el diástole de la persona que amas. 

Mientras tanto, todas las dedicaciones prusianas (incluso de otros ejércitos tan solemnes y concertantes) se acaban el la orilla de la playa de tu mano con mi mano. Y, sin robotizarnos demasiado, hacía tiempo que no veía a alguien que no fuera yo, caminar con toda esa completa dedicación prusiana y destructiva

que me explica y me mira.