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divendres, d’octubre 19, 2012

20 de octubre de 2012


 Carta de un ciudadano, al borde de un infarto, 
a una ciudadana


Querida dama:

Ya casi no te encuentro cuando te rezo, en medio de la noche, cuando se reza la vida. He decidido escribirte sin saliva en los labios y sin ganas de olvidarte, en medio de un infarto.
Entendí que viajar solo es mucho más entretenido que tener muchos amigos...en medio de esta terrible falta de burlería cardíaca...de decencia temporal.
Ya casi no sé cuándo hemos quedado...en medio del reloj sin agujas que nos recuerda a qué hora tenemos que olvidarnos...
Mientras tanto me ahoga el nudo de tu corbata sucia y manchega; en la garganta, un nudo.
Ya, a poco que te piense un poco, te pienso poco.
Es lo que tiene escribir en medio de las paradas de corazón, en ese espacio terrible y dramático, donde la más mínima quietud te lleva, directamente, hasta el infierno.
Es cierto que me hice pasar por marinero desconsolado en las cantinas. Meridianamente cierto. También te dije que te quería, en ropa interior y desde dentro. No puedo pensar que vas a aparecer vendiendo camisas que te tejen el corazón con forma de cuadro.
Contestar a lo que me preguntas es perfecto. Ser un profesional de tu sofá en forma de ele me deja más tranquilo.
Hay que romperse todos los días, consumirse mucho a mucho, como ese cigarro que acordamos fumar y que nunca liamos...cada punto suspensivo que no escribo me aleja más de ti.
Acabo de acordarme de cómo te ríes en medio de los entierros, sobre todo si son los míos...juego al te quiero / no te quiero con los pétalos de nuestros crisantemos.
Ya casi no te entiendo... yo, que casi nunca he salido con una chica con tacones altos ni para cenar. Y después el postre, y comprender que entre el abismo entre tu boca y la mía hay un terrible terraplén donde quedarse a dormir. Escribir entre diástoles sin sístoles es el insomnio que tiene un triste descubridor de América, a punto de descubrir América.
Es una maravillosa idea morirse así, en medio de un infarto... Siempre que no se le ocurra a tu abogado ni a tu dentista: la gente que tiene dientes y corbata no deshace nudos con su boca.
Esta semana hay personas que se precipitan sobre sus miedos... Mientras tanto, mi corazón, en la hipotenusa del infarto, se abalanzaba sobre ti. La verdad, me apetece morir parándome del todo sobre todo porque creo que así todo será mucho más rápido.
Ya tenemos un par de rondas pagadas, por adelantado, en la barra del bar.


Sigo rezándote, cada dos padrenuestros punto com.