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dijous, de maig 17, 2012

19 de mayo de 2012


Ahora entiendo qué quiere decir ‘antes’


Antes recorría aquella senda como el borracho se llena de vida, de bar en bar, por las calles de la apagada ciudad. El caminito bajaba de la Calle Larga hasta el río, y allí se cortaba con el amarillo de la era, el verde del pinar, el azul del cielo. A poco que lo pensara podía bajar hasta la vena de agua con los ojos cerrados y el corazón abierto.
Ahora tenía miedo de mancharse, y por eso miraba mucho el suelo. La muerte le había invitado aquella tarde al pueblo pero sólo era capaz de acordarse de lo que había vivido.
Antes, años atrás, sabía dónde estaba cada piedra, pero nunca las había visto detenidamente, como ahora...ni se había fijado en su color, ni en su forma. En otros tiempos había llegado hasta allí en autobús, peregrinando durante todo un día, y con el recuerdo de su padre cantándole el orden de los pueblos que desembocaban en este.
Ahora, mientras bajaba la senda, oía el río calmado. Y no le excitaba por estar preñado de truchas, ni por comprobar la frialdad del agua: ahora le inquietaba su murmullo tierno, su fluir sincero. En definitiva, le importaba cómo orquestaba la calma de la chopera.
Antes, atropellaba a su sombra sin percibir los gritos de nadie, escuchándose la respiración. Tenía tanto miedo contenido que se mojaba las manos en el agua y dejaba que le cortara la piel, que la dejara morada. Le parecía una magnífica banda sonora de su vida.
Ahora bajaba hacia el río, agarrado a lo que recodaba y acompañado por lo que había olvidado. Llevaba  los bolsillos llenos de relojes de bolsillo. Había llegado hasta allí con un presupuesto temporal triste e iba a consumirlo  todo al lado del río.
Antes, en cambio, descendía a la arboleda sin pasamanos y llenaba de piedras de colores los bolsillos, que es donde un chico de esa edad tiene la inteligencia. A penas le importaba el paso del tiempo, completamente imperceptible. Las horas eran columpios con estrellas en medio del mar de dudas del camino a la chopera.
Ahora se había sentado en un lugar pensado, para pensar por qué era allí donde se había sentado. En cambio de chico, siempre corriendo detrás de El Goyo, no hacía mas que pincharse el culo con la aguja del pajar.
Ahora parecía oír a las ovejas bajar de los pastos de los Montes Universales hacia el pueblo. Parecía oler perpetuamente a leña recién cortada, y también le parecía estar escuchando discutir dulcemente, a Manolo y a Felisa, sobre la altura del pantalón y la posición de la correa,...o sobre otras cosas mucho menos importantes.
Ahora se fue oliendo a chorizo de orza y a leche de cabra, con un beso de enorme agradecimiento en el pecho, que es donde ESE chico de ESTA edad tiene AHORA la inteligencia.