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dimarts, d’abril 18, 2006

20 de enero de 2006

Ciento un años de soledad

Reconozco que hace un par de semanas me resultó difícil hacer entender a unos chavales que la literatura, por definición, es ficción y sólo eso. Yo creo que ellos no lo entendían porque han oído últimamente demasiadas tonterías de nuestros dirigentes con forma de metáfora. Incluso yo, que si meto la cabeza por un agujero soy capaz de introducir el resto del cuerpo, tuve que reconsiderar mis argumentos y volver a formular las premisas. La literatura es ficción y su imitación, ficción y media.
Creo que me aficioné a la literatura porque nunca creí en las sumas (y menos en las restas). Me parecían demasiado reales pero tan alejadas de lo que leo en los periódicos, de lo que truena por los bares, que los resultados nunca me daban positivo.
Es en este orden de cosas donde me encuentro ahora: ya no me creo nada que no esté encuadernado en tapa dura. Aunque a veces me compro realidades de bolsillo, porque la economía no me llega y porque si de algo me sirvió aprender matemáticas fue para intentar que mi monedero contenga el mínimo peso de calderilla.
Siempre creí que escribiría un artículo en el que dar las gracias a la literatura por todo lo que me ha dado, pero con menos pelo en la cabeza y más en el corazón, me he dado cuenta de que le debo rendir pleitesía por todo lo que me ha quitado.
Me quitó el sueño de ser informático, economista y médico. Me impidió dormir en verano y ver pasar los postes de telecomunicaciones desde los vagones. Se tragó lo que pensaba y me indicó cómo tenía que decirlo. También se deshizo de mi felicidad, porque me enseñó nuevos modos de morir ahorcado. Me trajo las primaveras de mayo mucho antes de que llegara mi abril.
Tengo un amigo que me suele comentar que espera mi siguiente columna para ver si así entiende la anterior...lamento comunicarle desde aquí que no tengo la capacidad de escribir más claro sobre este tema.
Cuando junio se peleaba con julio, hace muchos años, Pedro Luís me dijo: si te lees Cien años de soledad te pongo sobresaliente de nota final.Yo tenía granos y sonrisa del que sonríe deprisa, y unos versos de sabina en la mesita. Hace años que le puse sobresaliente a él, por encender la linterna de los sueños y por dejarla encendida para siempre. Gracias.