Cáncer de motor II
Ya mudado, con mi nueva piel automovilística, recorro las calles y las consignas de la Dirección General de Tráfico: prohibido escuchar música demasiado alta, prohibido mirar los escotes de los viandantes y, sobre todo, prohibido el uso del móvil: ¿para cuándo prohibir el trabajo?
Y digo esto porque a mi, lo que más me distrae últimamente al volante, es el trabajo y todavía estoy esperando a que algún avispado político nos impida, por decreto ley, laborar. En ese orden de cosas también eliminaría los buenos programas de radio que tanto me distraen al volante así como la capacidad de mi bombona de butano que ocupa una parcela importante de mi hemisferio izquierdo.
Ya que estamos vendiendo armas a Venezuela que no matan y vamos a construir pisos de diseño que no serán vivibles, estoy convencido que estas medidas que les estaba proponiendo serán tomadas muy en serio por los que llevan el volante de nuestra sociedad.
Y volviendo a las benditas prohibiciones y las cosas que nos distraen al volante yo vengo notando de un tiempo a esta parte que más que mi móvil me despistan sus prestaciones. La que más me viene preocupando últimamente es el diccionario intuitivo. Se trata de esa increíble opción que adivina las palabras que pretendes escribir incluso mucho antes de pensarlas (pobre Ana Rosa Quintana, ya hemos descubierto su secreto). De mi para ustedes que esa opción ya estaba inventada mucho antes de la aparición de la telefonía móvil, ¿si no por qué se creen ustedes capaces de escribir cualquiera de los discursos de nuestros dirigentes políticos? A mi con estos mensajes me pasa como con el telediario y el marca: veo a principios de año uno y ya estoy informado de lo que me van a decir durante todo el año.
Como soy un escéptico de las matemáticas he ido a comprobar qué es lo que llevo dentro de mi mente y he dejado la responsabilidad de escribir un mensaje al sistema de probabilidades de mi móvil. Y lo he hecho porque un amigo me ha dicho que al ir a poner solo en el móvil le apareció solsticio (palabra que utilizan los periodistas sólo a finales de marzo y diciembre). Definitivamente tengo que dejar de asesinar mi soledad con la compañía del móvil: ya me conoce demasiado bien.
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