Te quieres, no te quieres
No nos gustamos, definitivamente. Y no lo hacemos porque nos movemos entre las flores por una primavera demasiado invernal. Y así de intransigente me encuentro porque leo en un titular de prensa que a un famoso cantante de rock (bueno, más bien de pop) le hubiera gustado ser jugador de balonmano. Y así sucesivamente. Ahora me apetece ser pescadilla y prefiero morderme la cola y no la lengua (porque la cola es el final y los finales son para disfrutarlos a duras dentelladas)
Ciertamente, sigo pensando que no nos gusta lo que vemos por las mañanas reflejado en los escaparates de ropa de saldo y que la razón de todo ello es que no encontramos nunca a nadie al que querer lo suficiente dado que nunca supimos calcularlo demasiado. Y en ese desconcertante estado de las cosas solemos tumbarnos bien erguidos, y solemos olvidar que alguna vez le dijimos a alguien que la razón por la que nos levantábamos todas las mañanas de la cama era verla sonreír.
Yo, cuando me alzo de la cama, suelo sorprenderme porque me sobreviene, sin esperarlo otra mañana. Así que hace tiempo que me conformo maravillosamente con lo que suelo ser: a veces un estudiante de botánica humana, a veces un profesor de capa y espada. Otras (las menos) un hombre perdido entre el bosque que florece entre esos dos oficios.
Efectivamente, me siento a veces como el viejo que piensa que las personas han ido solucionando todos los problemas que ha tenido en la vida. Otras veces como el viejo al que, teniendo ya las respuestas, nadie le pregunta, porque las contestaciones son muy duras y el alma muy blanda.
Taxativamente: no nos gustamos e invadimos personalidades ajenas, nos disfrazamos, en los carnavales de la vida, de prostitutas sin tacón en las suelas. El cantante de pop caracterizado de jugador de balonmano y el político de aprendiz de colchonero. Aunque lo cierto es que ambos serían perfectos profesores de dibujo técnico, porque la libertad y la ciencia se besan poco por los portales.
Sencillamente, deberíamos bajar, al fondo a la derecha, hacia las estrellas. Con los besos, mojados e inquietos de los que nos rodean, teniendo lo suficiente.
No nos gustamos, definitivamente. Y la culpa de todo es esa eterna corona funeraria de flores desgastadas que no nos deja querernos por los rincones. Yo creo que a veces, las noches cerradas se abren como oxidadas ventanas y que las personas que nos rodean son ese cielo hasta donde nos apetece ver. Mañana volveré a ser inconsecuente, pero hoy me apetece gustarme, por si acaso se le ocurre regresar al descerebrado adolescente que fui.
5 comentaris:
"La juventud es la única fruta que cuando madura deja un sabor ciertamente amargo". Cuando era joven no me gustaba, después gusté y empecé a gustarme, me disgusté y empecé a recordar que cuando era joven no me gustaba, y un día gusté y volví a gustarme. y al final de todo te das cuenta que te guste o no, nunca te cambiarías por nadie por mucho que te guste.
La gente no me entiende.
Ya sabes todos quieren ser frank sinatra, pero son pocos los que lo consiguen por unos instantes.
Ripoll, ciertamente,en la variedad está el maravilloso sabor del disgusto: al menos usted se dio cuenta alguna vez.
Pues yo me gusto sobre todo cuando no estoy dormida, que es cuando menos gusto también, o eso dicen las malas lenguas. Y no me gusto cuando me olvido de mi ombligo, aunque esté mal visto ver menos allá de él.
Besos
Verónica
lA BELLEZA RESIDE EN LO INVISIBLE ANTE LOS OJOS COTIDIANOS... QUIEN NO LLEGUE A CONOCERLA JAMÁS...QUE SE APIADE DE SU ALMA ANCIANA... MAESTRO, UN X SIN SPINAS...
"sigo pensando que no nos gusta lo que vemos por las mañanas (...)y que la razón de todo ello es que no encontramos nunca a nadie al que querer lo suficiente dado que nunca supimos calcularlo demasiado... solemos olvidar que alguna vez le dijimos a alguien que la razón por la que nos levantábamos todas las mañanas de la cama era verla sonreír.
SÍ SR!!!!!!!!!!!
Alumna
Publica un comentari a l'entrada