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divendres, de setembre 18, 2009

18 de septiembre de 2009

Los zapatos de sus madres

Fascinante, paranormal y común, tremendamente común. Quien haya pasado más de media hora con una niña de cuatro o cinco años puede comprobar que le bastan cuatro o cinco minutos para despojar a cualquier mujer que tenga a su alcance de sus zapatos de tacón. Algunas de las condiciones que validan esta teoría es que el calzado sea bien estratosférico, no importa ni el color, ni la forma, ni el material del que estén realizados: sólo importa su altura.

La intención es una especie de incógnita maravillosa, impermeable y sensata. Yo casi siempre intuí que la falta de temeridad les hacía pensar que desde allí podrían pasearse por el mundo a grandes zancadas. Incluso que de sus referentes, esas personas de allá arriba, lo único que les interesaba son los pies y, por extensión, lo que les comunica con el mundo terrenal, que son sus zapatos.

Entiendo que la podología está intentando explicar muchos fenómenos médicos, pero éste está mucho más relacionado con el corazón. Yo creo que las niñas se sienten allá arriba más personas porque sólo necesitan poner dos o tres centímetros en su vida para ser completamente felices. Ya lo ven todo claro y tienen la tranquilidad de un número primo.

En cambio los niños de esa misma edad buscan objetos contundentes con los que subir esos dos o tres centímetros, mucho más deprisa, mucho más físicamente, con la prisa del cartero comercial. Les puede la pasión física por las cosas, su estado netamente material.

Es evidente que de entre los dos casos, el más paranormal es el del mundo femenino, y sus consecuencias en nuestras vidas me resultan altamente vitales.

La reflexión no tendría ningún sentido mucho más allá de sí misma si no fuera porque es septiembre, y cuando llega este mes es demasiado tarde para suicidarse. Y en este período del año todo vuelve. Vuelve la sensación de que la ciudad se sale por la nariz, como cuando tragas un vaso de agua y acabas expulsándola erróneamente por las fosas nasales. Vuelven también los amantes a los parques con más ropa y más ganas de quererse sin necesidad imperiosa de mirarse. Vuelven las nubes a llorar por los portales. También vuelven las heridas a cicatrizarse sin pedir nada a cambio, porque septiembre cose las almas descosidas.
Y vuelvo a mirar la ropa tendida de los vecinos, y a escuchar conversaciones ajenas en las mesas de los bares. Y vuelvo a las plazas circulares, porque mañana volverán las palomas y quisiera estar allí. También vuelven la nicotina y el trabajo a calcular cómo matarme un poco más despacio. Y vuelven, desde la cordura más absoluta, las niñas a subirse a los zapatos de sus madres.

2 comentaris:

Anònim ha dit...

Sin duda alguna esto es lo mejor que has escrito, pero no aora, en toda tu... vida. Me encanta como extrapolas un simple detalle cotidiano, a la realidad más profunda, encima le das peso, mucho peso. Genial, creso en matices, apasionante. y como ya te he puesto por las nubes, ahora te digo que te den.


Albargina Primerenca

Anònim ha dit...

Fe de erratas : ahora