Sin título
Vivía en esa ciudad que se monitorizaba a la tierra con los tubos de la calefacción y los conductos de las gasolineras; ciudad que violaba el asfalto con los pilares de los edificios y fecundaba de hormigón lo freático, lo organizado por el tiempo, lo descarado, lo posible en nuestras unidades de tiempo.
Algunas de las calles de esa ciudad se parecían a esos matrimonios que están llenos de calles donde es imposible aparcar.
Vivía en esa ciudad y acabó sentándose en un banco del parque. Cuando se dio cuenta de que no estaba solo, recordó las palabras de su madre:"si te casas, hazlo para estar solo y no compartir con nadie el olor de tu pijama, ni los mapas del sudor de tu almohada"
En cuanto se dio cuenta de que vivía en esa ciudad, llegó el proyecto del ferrocarril a su callejón. El comercio, el hierro, el polvo y los dólares, y los imperios. Y herrar los vagones para que cabalguen sobre la tierra, sobre nuestros sueños...
Y poco a poco dejó de vivir en la ciudad porque le diagnosticaron varias enfermedades.
Todos recuerdan muchas de ellas pero yo sólo entendí de verdad una: ese chico que tenía la ilusión de despertar a su lado, que vivía en la ciudad monitorizada, y que acabó sentándose en un banco del parque... Era alérgico a los parques porque tenía nombre de perro.