El increíble febrero menguante
Definitivamente nos ha entrado la cordura porque estamos aprendiendo a meter todo lo importante en poco espacio. Porque no se equivoquen, lo vital es pequeño y cabe, por analogía, en sitios minúsculos.
Los bares reducen los clientes y las consumiciones, las casas se disfrazan de ikeas, los televisores menguan sus perfiles, los besos se pegan a los vasos de chupito.
Todo ésto se lo debemos a la recesión, porque nos ha permitido vernos más pequeños de lo que éramos en un primer estadio, de lo que seremos en última instancia. Todos esperaban una bofetada de realidad que para muchos se ha convertido en un tremendo cardenal de cordura,...y les está gustando.
Hasta el amor ha adelgazado y El Corte Inglés se quedó sin clientes enamorados un día cualquiera de febrero. Se fueron a sus casas a demostrarse que se querían y que a nadie le importaba cuánto valía lo que se profesaban. Alquilaron una película en el videoclub de la esquina y la lluvia, los labios y la nevera llena no les dejaron salir en todo el fin de semana.
Incluso cenando un día me di cuenta de que casi gana Gran Hermano la persona más pequeña: lo entendí todo y lo intenté meter en mi pendrive: cabía.
He cambiado la agenda que arrastraba por los bares por un móvil de ésos en los que cabe todo y del que por ahora no entiendo nada. Aunque sé que volveré dentro de poco a ella, cuando la nostalgia me despierte de este minúsculo sueño. Me sigue fascinando el almacenamiento de miniaturas vitales, que son las cuatro palabras que junto con los amigos por las noches, por lo bares. Ya echo de menos la agenda, aunque ocupe.
Por las noches duermo poco y los motivos son muchos y diferentes así que cuando agoniza la tarde suelo frotarme las manos porque me queda tanto por vivir hasta el día siguiente que a menudo me asusto un poco. Mañana creo que será también un día pequeño, lleno de buenos días matutinos y de raciones insignificantes de chipirones en su tinta, supongo que para ahorrar.
Han vuelto las ferreterías a las manzanas de las calles, las tiendas de reparaciones y las reducciones en las grandes cocinas internacionales. Los filetes han ganado la partida a los entrecots y el amor, en progresión aritmética, vuelve a hacerse enorme cuando asoma la primavera. Porque se viene demostrando con besos diarios y regalos de cenas de enamorados.
En tiempos de paz relativa yo no soy quien para juzgar y aunque volverá el Street figther intelectual, espero que dentro de mucho, le doy las gracias a la crisis por reducir los caminos a sendas, a ésas que suelen llevar sin remedio hacia uno mismo.