Superhéroes de entretiempo
Hasta ir a la cafetería Madonna se convierte en un placer en verano, porque la biblioteca cierra, el peregrinaje estudiantil se diluye y ya no se ven casi colillas de tabaco barato por las aceras.
El lugar es lo de menos, porque mi querencia natural en verano es evitar los sitios que me apasionan durante el invierno. Tratar el periodo estival como un fármaco es lo que tiene: se vuelven contra las personas sus efectos secundarios. Si leen cualquier prospecto podrán comprobar que solemos preocuparnos más por lo que nos pueda perjudicar que por lo que nos vaya a curar.
Como poco a poco vuelvo a visitar los bares, retomo con prudencia mi afición por escuchar palabras siempre sin ponerle cara a las mismas. Supongo que lo hago porque me interesa el fondo, no la forma. Llega a tal punto mi pequeño entretenimiento que a veces se me olvida la cara de la persona con la que estoy conversando y la llamo por otro nombre. Como iba diciendo, el otro día escuché una conversación entre tres personas que decían no haber visitado la playa desde el año pasado. Ésto no nos resultaría extraño si no fuera porque, al parecer, vivían a escasos metros de la orilla. Estuve a punto de entrar en la conversación pero últimamente padezco brotes minúsculos de prudencia que tendría que ir haciéndomelos mirar.
A pesar de lo aburrido de la charla me llegó al alma descubrir que en verano me convierto en el fugitivo de los espacios invernales, y no suelo frecuentar la playa y paseo a altas horas de la madrugada por la ciudad, porque es más luminosa que por el día.
Y creo que me pasa lo mismo con las personas: las hay de verano y de invierno, y no lo puedo remediar. Es una sensación triste cuando llega una estación intermedia, porque las abandonas y las paseas por la guillotina del olvido, como si calculases su periodo de floración, para los próximos encuentros.
En cambio yo soy un hombre de entretiempo. Casi nunca llevo chaqueta, ni jerseys de lana de esos que le pegan a uno la vuelta al cuello; y compré hace 15 años un plumífero que a este paso pasará de generación en generación. Y reconozco que a parte de las personas de temporada, las hay de entretiempo y son las que te invitan a un cortado el lunes por la tarde, las que te rodean con un abrazo al cruzar la calle, las que se portan como superheroínas de la Marvel en tu vida, sin más superpoder que ser para ti una persona de entretiempo.
Creo que es por eso que merodeo en sentido inverso ciertos lugares en función de la época del año en la que me encuentro,...en busca de personas que me acompañen en el camino y que se conviertan en mis superhéroes de entretiempo, sin Marvel ni medias tintas