La energía...sólo se trasforma
La ilusión, a veces, no se quita, sólo se transforma. Es como cuando uno cree que Heidi estaba haciendo quesos con su abuelo en Suiza y luego le dicen que es la mejor actriz porno del siglo XXI. A mí, cuando Epi le decía a Blas que apagara la luz, me parecía que se estaba fomentando el ahorro energético, pero como la energía(ilusión)sólo se transforma, creo que hay en estos momentos una corriente de opinión que reconoce en ese gesto una serie de conductas no heterosexuales.
Cada vez que me ilusiono me parece que el mundo está pintado al óleo, y que vendrá un día cargado de lluvia, y que fundirá los colores en uno sólo, y que si le doy vueltas todo se convertirá en negro. Por eso me ilusioné con Espinete y cuando oí que era el único animal que iba desnudo durante el día y que por la noche se ponía pijama, volví a replantearme la vida.
Es lo que nos pasa a las personas que ya no somos de ninguna parte: nos afectan las cosas más absurdas. Por eso, y sólo por eso, decidí dejar de escuchar las voces que intentaban convencerme de que Tintín no era de fiar, sólo por el mero hecho de que era periodista y se pasaba el día viajando sin comerse una rosca.
Así que decidí ponerme en manos de los medios audiovisuales: el lenguaje del nuevo milenio. Y fui al quiosco a comprar un coleccionable (como saben mis anti-lectores, una de mis debilidades). Y me encontré, otra vez, con el barrio de los barrios. En esta ocasión me sorprendió la restricción: a partir de 13 años. Parece ser que como Triki fuma en pipa no es muy recomendable el visionado para ciertas edades. El precio del coleccionable, es lo de menos.
Lo de Batman y Robin, al parecer, merece mención especial. Yo, como no entiendo de cómics, prefiero hablar de los teletubbies: qué caro sale entrar en la Unión Europea, cuna de las culturas reconciliadoras.
Sólo me quedaba, por lo tanto, saber qué había sido de Sabrina en Peta-Zetas. Reconozco que en ese momento no tenía nada mejor que hacer, pero como saben ustedes no hay nada mejor que no tener nada mejor que hacer. Corbacho se quedó vizco y yo pude dormir esa noche tranquilo, porque vi que la chica había tapado virtudes y ahora enseñaba defectos.
La ilusión, siempre se quita, y continuamente deja de transformarse. Ahora me doy cuenta de todo, cuando camino por la calle y el mundo sigue pintándose de acuarela. Es una obra de arte perpetua, que te fusila el alma si te pilla desprevenido. A mi me pilló un sábado por la tarde de lluvia, replanteandome el sexo de mis educadores televisivos y comiéndome por los pies al destino.